Ceniza Inconclusa de Gabriel Arturo Castro

La aguda mirada del ensayista

Pablo Montoya Campuzano

La obra ensayística compilada en el libro Ceniza inconclusa, es producto de una labor incesante realizada a lo largo de 25 años. Con estos textos se corrobora una vez más que el ensayo no es producto de la espontaneidad y la sospechosa inspiración de un segundo. Es, al contrario, el fruto de una reflexión ardua y constante que sólo logra su concreción con el paso de los años. Pocas veces, en realidad, surge un buen libro de ensayos en un escritor que inicia su carrera. El ensayo, género silencioso y solitario, ajeno a las bataholas de las modas literarias, exige el reposo así su contenido sea explosivo y beligerante, y una suerte de sabiduría, donde se mezclan el asombro y una buena dosis de escepticismo, que sólo otorga la madurez del escritor. Requiere, además, un sentido crítico y un cúmulo de lecturas que sólo las mentes analíticas pueden equilibrar con fortuna. Gabriel Arturo Castro, el autor de Ceniza inconclusa, cumple cabalmente con dichas exigencias. Cada libro o autor o sujeto cultural o literario que trata es sopesado desde una escritura juiciosa. Su visión de los fenómenos estéticos nunca es incompleta y siempre la acompaña un sustento de relaciones interpretativas reveladoras.
Leer estos ensayos es constatar, además, que la labor de la crítica literaria existe entre nosotros. Quiero decir que el autor del mencionado libro se presenta aquí como uno de esos incansables indagadores de los valores y las riquezas, de las desgracias y las calamidades de la literatura contemporánea. El recorrido que él nos propone, cuando se refiere a los escritores de ahora, trátese de poetas, narradores o ensayistas, es apasionante y digno de la más alta admiración. Con estos ensayos, no lo dudo, se llena un vacío inquietante ofrecido por el confuso panorama de nuestra crítica literaria actual que sólo se envanece con las escuetas reseñas de revistas vacuas o con los herméticos textos de la crítica académica. La voz de Ceniza inconclusa se levanta aquí como la necesaria voz de la crítica que va señalando con lúcida valentía los atajos, las salidas y las llegadas de los caminos artísticos.