Confabulador invitado: Bertolt Brecht



Aquí, uno de los más notables poemas de Brecht, en la excelente versión del escritor colombiano Eduardo Gómez, quien ha estudiado durante décadas su extraordinaria obra.  

A LAS GENERACIONES FUTURAS



I.

En verdad, vivo en tiempos sombríos.
La palabra ingenua es insensata. Una frente lisa
indica insensibilidad. El que ríe
no ha recibido aún la terrible noticia.

¿Qué tiempos son estos
en los que una conversación sobre árboles es casi un delito
porque incluye un callar sobre tantos crímenes?
¿El que va allí tranquilo por la calle
no es ya accesible para sus amigos
que están en la miseria?

Es cierto: yo gano todavía el sustento.
Pero creedme, es solamente una casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a saciarme.
Fortuitamente me he preservado
(cuando cese mi suerte estaré perdido).
Se me dice: ¡Come y bebe! ¡Está contento porque tienes!
Pero ¿cómo puedo comer y beber
cuando arrebato a los hambrientos lo que como
y mi vaso de agua falta a un sediento?
Y sin embargo, como y bebo.

Me gustaría también ser sabio.
Los viejos libros dicen qué es ser sabio:
mantenerse fuera de las luchas del mundo
y nuestro breve tiempo prodigarlo sin miedo.
Pasarse sin violencia,
pagar el mal con el bien
no realizar sus deseos y olvidarlos
es tenido por sabio.
No puedo hacer todo eso:
en verdad, ¡vivo en tiempos sombríos!


II.

Llegué a las ciudades en los años del desorden
cuando reinaba el hambre.
Estuve entre los hombres en tiempos de revuelta
y me indigné con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.
Tomé mi alimento entre las batallas.
Para dormir yací entre los asesinos.
Viví el amor con negligencia
y vi la Naturaleza sin paciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.

En mis tiempos, las calles conducían al pantano.
El lenguaje denunciaba al carnicero.
Yo podía muy poco pero creo que los poderosos
se sintieron más seguros sin mí.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.
Las fuerzas fueron mínimas.
La meta esperaba en la lejanía.
Ella fue claramente visible aunque también para mí
apenas alcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido sobre la Tierra.


III.

Vosotros, los que emergéis de la marea
en la que nosotros nos hundimos
pensad
(cuando habléis de nuestras debilidades)
en los sombríos tiempos a los cuales escapasteis.

Nosotros deambulamos
(a menudo cambiando más de país que de zapatos)
a través de las guerras de clase
desesperados
cuando no había sino injusticia y ninguna protesta.
Desde entonces sabemos con certeza:
también el odio contra la bajeza
desfigura los rasgos.
También la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Ay, nosotros
que quisimos preparar el campo para la amistad
no pudimos ser amistosos.
Pero vosotros, cuando hayáis llegado tan lejos
que el hombre sea una ayuda para los hombres
pensad en nosotros con indulgencia.