Darío Ruiz Gómez



Del reconocido poeta, narrador y ensayista colombiano, autor de: Señales en el techo de la casa, Geografía, La muchacha de la leyenda y En aquel lejano país en donde ahora viven mis padres, publicamos los siguientes poemas inéditos.


POEMA DE L AUSENTE

El empañado juego de luces que enmarca  la línea de la
carretera, parece de lejos, la señal de una invasión aérea.
Por lo tanto lo que me embarga es una sensación
que no es perplejidad ni ese cosquilleo que se siente en las yemas
de los dedos cuando presentimos que algo nos va a suceder
y no estamos preparados para evitarlo. La vida en el último piso de
los edificios tiene esas características, llegar a creer en las ventajas de la
levedad. Las fronteras del cuerpo y el espacio están categóricamente
fijados por la gruesa pared de cristal que nos recuerda que estamos
confinados y que no cabe  escapatoria alguna. Son las normas fijas de la
propiedad privada. Ni siquiera el sueño se ubica en lo etéreo,
Ya que el olor de los ductos, de los electrodomésticos, destruyen
la ilusión de haber escapado por el territorio de las nubes. No
ocultamos la suerte de las criadas extraviadas en los ascensores,
los azares de las correspondencias que no llegan al usuario: cuando
han desaparecido los adverbios se ha borrado la línea del alba,
Ya no está la taza de café, la hoja en blanco que nos
Permitió vivir por vivir, soñar descaradamente con las nubes.


CORAZÓN VACÍO

Corazón, alcanzado por la quietud del arroyo invernal, mudo ante
la itinerancia de las sombras que hace el medio día y se
dilatarán confiadamente hacia los mantos de estrellas, hacia los astros
que rubrican el confín arrobado. Corazón, enunciado mismo de
aquello que ha sobrevivido al caer de los días bajo la ruina de la
profecía:  túmulos de arena que fueron el templo de una promesa
no cumplida, vagos senderos de hayas tapizados de hojas
rojizas, corazón que sobrevives en los arrabales urbanos
entre el acre olor del aceite quemado y los palimpsestos de
nuevas desdichas, corazón asomado al agua turbia de
las calles vejadas por los criminales: escucha corazón los
pasos del niño que huye, escucha corazón el agitado pecho
de la madre que borra sus huellas al enemigo
De todos los días.